Los datos analógicos no pueden recopilarse ni manipularse digitalmente, mientras que los datos digitales pueden recopilarse y analizarse con facilidad. Desde el punto de vista tecnológico, si su organización sólo produjera datos analógicos, sería casi imposible identificar tendencias en torno a aspectos como las preferencias y demandas de los clientes, así como definir la dirección futura óptima para su organización.
El primer paso, por tanto, es digitalizar toda la información (documentos y datos). Esto conlleva dos actividades distintas. En primer lugar, recopilar todos los datos heredados y transferirlos a un formato digital. Esto significa escanear documentos o introducir datos manualmente en un ordenador. Lo mejor es empezar por los factores clave, porque una vez digitalizada esa información se puede empezar a manipularla para obtener beneficios tangibles para la organización.
El segundo paso consistirá en convertir todos los datos críticos de la empresa que se produzcan y que requieran análisis para seguir recopilándolos. Es probable que ya hayas recorrido un buen trecho de este camino. Puede parecer un cambio fundamental, pero la digitalización ha permitido eliminar los archivos en papel, así como innumerables hojas, carpetas y expedientes. Además de ocupar mucho menos espacio, los datos digitales son fáciles de acceder, compartir y gestionar, lo que permite analizar, optimizar y, en última instancia, automatizar los procesos. En el entorno de las fábricas, un ejemplo es la digitalización de los registros para conseguir un método más eficaz de mantenimiento de registros, mejorando así el proceso de trazabilidad de los lotes.
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