La crisis que no cesa

Cuando la economía de Estados Unidos se constipa, la de Europa estornuda. Esta muy visual frase, que alguien dijo acertadamente en su día, sigue teniendo pleno vigor, más si cabe, visto lo visto en los últimos meses.

Todos los indicadores económicos señalaban la bonanza económica europea, contraponiéndola a la macilenta y desacelerada economía de los americanos, y mientras se auguraba una crisis sin precedentes en el país transatlántico, se esperaba, que esta vez al menos, el efecto provocado en Europa fuese mínimo, e incluso que la debilidad del gigante USA propiciase un florecimiento más acentuado de la economía del viejo continente.

Europa, mucho menos expuesta a la crisis americana de las hipotecas subprime, y con poca o ninguna exposición a las hipotecan ninja (No Ingresos, No trabajo –Job-, no Avales), tenía el horizonte libre de obstáculos para, de una vez por todas, dejar de ser el tender de la locomotora americana, y pasar a ser propulsora de la economía mundial, tomando el relevo de la maltrecha heredad de Bush. Esta vez, tampoco va a ser.

Ha vuelto a ocurrir, los USA se han constipado y aquí en Europa, no paramos de estornudar. Incluso cuando los yankees parece que se recuperan, en Europa seguimos con el kleenex en la mano, y no parece que podamos soltarlo en bastante tiempo. Nos hemos contagiado de una enfermedad que creíamos no tener y cuando los datos americanos empiezan a tornarse esperanzadores, los de este lado del charco, dan ganas de llorar. Parece que la crisis empieza ahora y que lo que hasta ahora hemos sufrido es apenas un indicio de lo que se nos avecina.

España, como no podía ser de otra forma al tratarse de algo malo, es abanderada y primera actriz de esta opereta que se está representando. Copamos los primeros puestos en cuanto al crecimiento de paro e inflación, y dicen los entendidos, que con la entrega en septiembre de infinidad de viviendas terminadas, el paro en el sector de la construcción crecerá exponencialmente, al no haber vivienda nueva que construir.

Pero no todo está perdido, ya desde el Gobierno se han dado directrices para contener los efectos perniciosos de la crisis, y es que estos tipos tan simpáticos del equipo de Zapatero son unos cracks. Como primera medida, contemplan la contención salarial, que con seguridad hará que las cifras macroeconómicas del país presenten un mejor aspecto… tiene cojones! robar a los pobres para parecer más ricos, o robar a los pobres para que los ricos no tengan que pasar por el mal trago de hacerse un poco menos ricos. Sin duda, deber ser una buena solución, que los míseros mortales y asalariados no entendemos. Pero es fácil de entender, cuando las cosas van bien, se debe a la inteligencia de las empresas y a la solvencia y aptitud de sus dueños y directivos, que plantean estrategias sólidas y firmes, recompensadas con pingües beneficios para sus arcas personales. Al trabajador, mientras, le suben el IPC, que digámoslo claro, está manipulado por el gobierno, para maquillar esas cifras macroeconómicas de las que antes hablábamos.

Llega la crisis, la culpa no es de la empresa, no es de sus directivos, es de la “situación global”, todos sabemos que viviendo en un mundo con economía globalizada y cíclica, estas cosas pasan… y pasan factura, pero del mismo modo que en un bar de rácanos todos se hacen los suecos a la hora de pagar la cuenta, en las crisis, los empresarios, los gobiernos y las empresas tiran por la solución más sencilla, que sea el sector más débil el que pague la nota…

Cuando el casto José –no sé porque le llaman casto, pues dicen las malas lenguas que se cepillaba a la mujer de Putifar- interpretó para Faraón el sueño de las siete vacas flacas que se comían a las orondas y lozanas, Faraón que era además de agradecido espabilado, nombró a José Virrey de Egipto y le encargó gestionar el superávit de los siete años de excelentes cosechas para paliar el hambre de los venideros siete de hambruna. Corren nuevos tiempos, ahora es siempre época de vacas gordas para unos, mientras que a otros solo nos pertenecen las famélicas.

Debe ser cosa de la crisis, seguramente. Así que si no es usted un potentado multimillonario con yate, mansión y avión privado, rece para no ser despedido y agradezca que no le suban el sueldo, con su contención salarial contribuirá a que los que mejor viven, vivan aún mejor, y a que los números del gobierno, perfilen unas cuentas inmaculadas y cuadradas al céntimo. Eso sí, tenga cuidado de observar la evolución de la economía americana, pues cuando parezca moribunda, estaremos asistiendo al entierro de la de Europa.